Vaya por delante que lo primero es lo primero, lo del fútbol y tal. Mucha suerte para el Real Madrid y el Barcelona, que desde luego la van a necesitar. No sé si lo conseguirán, lo dudo, pero ojalá. Personalmente, siempre he oído hablar de las grandes hazañas madridistas en Europa, las gestas, estas míticas remontadas ante el Anderlecht o el Borussia Mönchengladbach. Personalmente, no he visto ninguna. En mis 28 años de vida no recuerdo algo así por parte del equipo madridista, ni siquiera ante el Alcorcón. Pero que se me entienda bien, ganas de verla hay.
Y el miércoles el turno será para el Barcelona. Oíremos hablar de Messi, de que si hay alguien que puede levantar un 4 a 0 ese es el equipo culé, y demás cosas, siempre teniendo en el horizonte el repaso del Bayern de Múnich en el partido de ida. Demasiada fe, pero cosas más raras se han visto. Bueno, en realidad no.
Independientemente de estas semifinales de Champions yo quería hablar de la superioridad del fútbol alemán en otros ámbitos. Ámbitos que tienen su eco y su reflejo en lo futbolístico, porque ver a dos equipos germanos con más de pie y medio en la final de la máxima competición continental dista mucho de ser una casualidad. Y no hablo sólo del potencial económico y mercantil que históricamente ha rodeado a la figura del Bayern. Quizá lo que quiero expresar se orienta más en el equipo de Renania-Westfalia. El Dortmund.
El primer recuerdo que tengo del Borussia de Dortmund data de la 1992-93, de una eliminatoria ante el Real Zaragoza en la Copa de la UEFA. Los alemanes, liderados por el mítico Chapuisat. La grandeza del Borussia iría creciendo exponencialmente hasta ganar la Champions a la Juventus por 3 a 1 en la final de Múnich. Sammer ganó el balón de oro, y al año siguiente cayó eliminado ante el Real Madrid en aquella mítica semifinal de la portería rota en el Bernabéu. A partir de ahí inció un camino descendente que le llevó hasta la ruina. La bancarrota. No parecía haber solución, así que se bajaron los brazos, se empezó a trabajar la cantera y con los años vemos lo que vemos. Un doble campéon de Liga liderado por los Götze, Hummels, etcétera.
El ejemplo del Dortmund debería ser un espejo para el fútbol español, como lo refleja por ejemplo la Real Sociedad. Pero hay algo que impide a los Deportivo, Real Zaragoza y compañía volver a sus fueros. Sin quitar responsabilidad a la incompetencia de sus dirigentes lo que hace daño es el contexto. La Liga frente a la Bundesliga.
El martes por ejemplo, el Santiago Bernabéu se llenará. 70 euros la entrada más barata. 325 la más cara. El doble de lo que costaba ver la ida en el Iduna Park. Casi salía más asequible viajar a Alemania en avión a ver el partido que verlo en Madrid. Un escándalo. Y no vale el escaparate de la Champions. Este año, por ejemplo, ver un Rayo Vallecano – Real Zaragoza costaba entre 35 y 80 euros. Ver un Borussia de Dortmund – Bayern de Múnich costaba entre 15 y 40 euros. ¿Nos estamos volviendo locos?
Normal entonces que las gradas se llenen domingo tras domingo en la Bundesliga. Que el ambiente sea espectacular de por sí sin necesidad de tener que compararlo con el desangelado aspecto de las gradas de la Liga BBVA. Por no hablar de los horarios. O de los repartos televisivos. Un mejor reparto del pastel aumenta la competitividad, con ello el nivel, y con ello, el fútbol. Desgraciadamente no parece que nada vaya a cambiar. La llegada de Javier Tebas, complice de la situación actual y sus secuelas en el fútbol moderno, no vaticina cambio alguno. Y sería un buen cambio. Para evitar que a día de hoy vuelva ser bueno el dicho de que el fútbol es ese deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes.