Todos sabemos los cuidados que necesita un guante para alargar su vida útil. Y nos preocupa tanto en el caso de los guantes porque un buen cuidado influye mucho en la duración, pero... ¿Pasa lo mismo con las botas? ¡Por supuesto! Sabemos menos de botas porque sin ningún cuidado duran más que los guantes y debido a eso nos preocupa menos dedicarle atención, pero si nos tomamos unos pocos minutos en tratarlas bien conseguiremos no sólo que duren más, sino además que la flexibilidad de la misma aumente varios puntos.
Lo primero que debemos hacer es diferenciar el tipo de bota del que estamos hablando, porque los cuidados que necesita una bota de piel son numerosos y no así las de material sintético.
- Bota de materiales sintéticos. El material sintético no necesita nutrición para protegerlo de los agentes externos. La mejora del rendimiento de estos materiales viene dado por los diferentes usos que tras someter al material a tensiones y flexiones terminan por ablandarlo.
Lo que nos interesa por tanto es que no pierda la forma y que no se pudra.. Yo recurro a dos acciones para conseguir estos dos objetivos:
- Introducir hormas internas para que no pierdan la forma y el material mantenga tensión durante el período que la bota pasa en la mochila (muchas veces con un kg de ropa encima), en el zapatillero, en la taquilla del vestuario o en nuestro domicilio. Las hormas son sencillas de encontrar en cualquier zapatero, no tienen un precio demasiado elevado y se pueden reutilizar de una bota a otra. Es un elemento que no debería faltar en el armario de ningún futbolista. Las hay de diferentes materiales y se clasifican por tallas:
- Eliminar todo resto de humedad para evitar que se pudran. Para esto es importantísimo una vez que llegamos a casa después de competir o entrenar con ellas secarlas, por fuera y por dentro en caso de que haya llovido y sólo por dentro si el campo estaba seco. Aunque no haya llovido simplemente por el sudor del pie se acumula humedad. Como hemos dicho el material sintético no transpira ni la mitad que el natural por tanto tarda mucho más en evaporarse la humedad del interior y eso termina pudriendo el material y formando molestos olores que ya jamás se irán.
La mejor solución es retirar la plantilla interna (en caso de que no vaya pegada a la suela) y hacer lo siguiente:
- Si no ha llovido: dejarlas en un lugar ventilado y protegido del sol con las hormas puestas.
- Si ha llovido: papel de periódico en el interior para que absorba rápidamente el agua (un día y medio aproximadamente) y una vez acabado este tiempo retirar el papel e introducir las hormas.
- Botas de materiales naturales. Si la bota es de piel de canguro los cuidados se multiplican por dos motivos.
- Por un lado para evitar el deterioro prematuro de la bota porque es un material mucho más delicado.
- Por otro para mejorar el rendimiento de la bota, porque la piel es un material orgánico que se puede nutrir y mejorar el estado que trae de fábrica.
Por tanto debemos por un lado aplicar los mismos dos puntos de los que os he hablado en las botas sintéticas. Y además de eso trabajar con un elemento que es clave para la vida de estas botas: La grasa de caballo.
Esta grasa debe ser para la piel como el carburante para un coche, no puede funcionar sin ella.
Los objetivos ya los hemos mencionado: nutrir e impermeabilizar. Mejoramos por tanto la suavidad (contacto con el balón), flexibilidad (ajuste al pie) y absorción de agua (peso).
Con los usos una piel natural tratada con grasa está como mínimo el doble de blanda que cuando estrenamos la bota.
Pero la grasa mal aplicada también es un riesgo. Si lo hacemos cuando la bota está todavía mojada por dentro la haremos impermeable y, por tanto, la humedad se quedará en el interior de la bota varios días pudriéndola. Por eso para aplicar la grasa conviene tener en cuenta estos aspectos:
- Sólo aplicar la grasa cuando la bota esté completamente seca por dentro y por fuera. Si tiene que ser dos o tres días después de haberlas usado no pasa nada. Es preferible entrenar dos días seguidos el segudno de ellos sin engrasar la bota antes que aplicarla estando mojada.
- No debe haber restos de suciedad en la parte externa. Una vez seca la bota eliminar la suciedad con un trapo húmedo.
- No se debe echar demasiada grasa, en ocasiones embadurnamos demasiado la bota cuando lo que hay que aplicar es es una fina película y bien repartida. Lo ideal es ayudarnos con un cepillo especial para calzado de este estilo:
Todo esto no os ocupará más que unos pocos minutos pero con pocos usos tendréis unas botas mucho mejores que el primer día en cuanto a flexibilidad y, sobre todo, alargaréis considerablemente su vida.