¿Quién no ha oído eso de: “¡tú de portero que no sabes jugar!”? Por suerte, poco a poco ese descrédito hacia el guardameta parece que se ha ido convirtiendo en un privilegio reservado sólo para aquellos que no tienen miedo de ubicarse entre los temidos tres palos. Con el paso de los años hemos podido disfrutar de multitud de porteros, multitud de jugadores y cada uno con un estilo propio. Desde los grandes y altos como Paco Sedano hasta los bajitos y delgados como Asier Llamas. Pero, ¿en qué se diferencian y en qué se parecen este tipo de arqueros de fútbol sala?
La posición de portero siempre ha sido una de las profesiones más difíciles de ejecutar sobre un terreno de juego. Pobre de aquel guardameta que falle en alguna jugada, ya que la mala suerte del equipo se hilará con su 'pésima actuación' y no con el poco acierto de los demás integrantes del equipo. Es por esto que la primera virtud a destacar en este tipo de jugadores es la fuerza mental. Esta cualidad será su mejor arma para poder hacer frente a todas las críticas y la presión que conlleva esta posición.
La segunda condición de todo buen portero, son los reflejos. Sin esta destreza, pocos serán los balones que consiga atajar nuestro cancerbero. Además, debemos destacar la evolución del futbol moderno, un deporte que ha convertido al portero en un jugador de campo más. Atrás quedaron aquellos tiempos en los que el juego con los pies se convertía en una tarea exclusiva de los jugadores de campo. Esta tendencia ha obligado a los cancerberos a tener todos sus sentidos en el juego, intentando evitar así caer en el error común de limitar sus acciones a la línea de fondo.
Porteros como Jesús Herrero o Leo Higuita tienen muy interiorizada esa concepción de quinto jugador. De este último, se han dicho muchas cosas, tanto en su papel en la selección kazaja como en su club, el Kairat Almaty. "Higuita interpreta el portero jugador a su manera. Según sea el partido, los contrarios y el momento, tiene varios recursos. No tiene un único camino y eso hace que sea imposible. Maneja muy bien los tiempos, los cuatro segundos que tiene. Lo domina todo", afirmaba el histórico excapitán de Movistar Inter Julio García Mera. Si tuviésemos que destacar un término de esta declaración sería sin lugar a dudas la palabra ‘recurso’. Todo buen deportista debe de tener esa habilidad, innata algunas veces y otras veces adquirida, para poder sortear los diversos obstáculos que se le presenten con la mayor solvencia posible.
Si pasamos a hablar de material específico de fútbol sala veremos que principalmente existen dos vertientes que analizaremos más adelante. Pero lo que sí es cierto es que hay una serie de complementos que se presentan como indispensables para la buena práctica de este deporte como guardameta: las rodilleras y las coderas. Estos tipos de productos se antojan indiscutibles para un portero de fútbol sala debido a la dureza del terreno de juego y a los golpes y caídas que la práctica del futsal ocasiona. Marcas como SP, Uhlsport o Reusch, entre otras muchas, son una muy buena opción si queremos protegernos de las caídas.
Y es aquí cuando llegamos al eterno debate: con o sin guantes. Los más clásicos, entre los que me incluyo, afirman que, para fútbol sala lo mejor es el pretape y el tape. Y, ¿por qué? Se preguntarán muchos. La respuesta es bien sencilla: el portero es el jugador que inicia la jugada y es por esto por lo que debe de tener las menores distracciones posibles entre él y el balón. Aunque sí es cierto que el fútbol ha cambiado y cada vez se ve más a porteros con guantes especializados para fútbol sala como los guantes SP Mussa Futsal, que tienen la particularidad de dejar desprovistos de recubrimiento las yemas de los dedos, lo que nos dará una mayor sensación de control. Ejemplo de esto último tenemos a Cidao, el portero de Naturpellet Segovia, el cual lleva jugando toda su trayectoria profesional con guantes de futsal.
Otra cualidad que debe interiorizar el portero es la importancia de las segundas jugadas. El fútbol sala es un deporte donde las contras se suceden, el balón no bota, recordándonos que no hay tiempo para pensar. Aquí un segundo es mucho tiempo. Y es por esto por lo que el guardameta tiene que intentar eliminar, o por lo menos limitar, todas las segundas jugadas que se originen sobre el 40x20. La rapidez y la intuición pueden ser sus mejores aliados debajo de esos tres palos.
En definitiva, un portero de fútbol sala es mucho más que ese jugador que puede usar las manos. Es un deportista que puede decidir una jugada, un partido o incluso un campeonato. Es cierto que existen distintos perfiles de guardameta, pero no por ello debemos caer en el error de ceñirnos en aprender exclusivamente uno. El fútbol sala de hoy en día requiere la necesidad de adaptación, y es por esto por lo que debemos aprender día a día, jugada a jugada, para conseguir así ser no sólo mejores porteros, sino también mejores deportistas.
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