Diez camisetas de portero que te harán daño a los ojos

Lotto creó en este modelo de la selección de Croacia, mediados los 90, uno de los estampados más demenciales que se recuerdan. La parte superior parece una mezcla de figuras creadas con esos moldes que usan los niños para hacer bizcochos de plastilina en las cocinitas infantiles. El cuerpo inferior invita a un viaje cósmico de imprevisibles consecuencias. Tuvieron el detalle de hacer dos versiones del cuello, blanco y negro, con el fin de agregarle un toque distintivo. Porque combinar bien siempre es importante.

Yoshikatcho Kawaguchi 

En medio del verano francés del 98, en el Mundial que se jugó en el país vecino, Japón apareció con su voluntarioso fútbol de orden nipón, y un portero vestido así: con esas llamaradas cruzándole el pecho y el fondo negro absorbiendo sol, Kawaguchi podía estar seguro de no pasar frío aunque le tiraran poco. Tampoco era el caso. Muchos años después, al equipo olímpico español de Londres 2012 lo vistió una marca rusa con diseños que parecían inspirados en la flamígera camiseta de Kawaguchi.

Nadie ha llevado el asunto de las equipaciones de portero más lejos que el mexicano Jorge Campos. Guardameta con un 1,70 pelado, su colorismo desafiaba cualquier convención e hinchaba su figura en la portería. Su estridencia lo hacía un personaje interesante. El corte suelto de las prendas daba la impresión de que Campos podría echar a volar en cualquier momento. Su rendimiento hacía que México creyera en él y se le conocía con un ápodo de superhéroe: El Inmortal. Los diseñadores de Umbro debían tomar alucinógenos antes de ponerse a dibujar sus patrones. 

Petr Schmeichel

En la ciudad inglesa de Manchester, los 90 fueron los años de la música y los djs, las fiestas rave que duraban toda la noche en naves industriales abandonadas y las pastillas de ácido que corrían más que los coches, que ya es decir. También fueron los años en que el United de sir Alex Ferguson instauró su largo dominio en la Premier. Uno de sus iconos era el extraordinario Petr Schmeichel. Con este modelo, el portero danés lo mismo podía ganar la Premier que bailar en un club de moda o poner a un delantero en éxtasis alucinógeno.

David Seaman



En la Eurocopa de 1996, jugada en Inglaterra, Umbro se atrevió por primera vez a cambiar el rojo clásico de la segunda equipación inglesa por un gris que, eso dijeron, combinaba bien con los vaqueros para que la gente se la pusiera por la calle. La decisión generó mucha polémica. Tal vez para compensar, a la hora de hacer la de portero tiraron pintura contra una pared y les salió la equipación del pobre Seaman. O tal vez la dibujaron en una batidora. O algo así...

Neville Southall era aquel portero de Gales y del Everton que parecía estar demasiado fondón para estirarse a por una pelota. Bueno, de hecho… lo estaba. Pero aun así siempre se arregló para ser un meta tan querido como indiscutible en los equipos en los que jugó. Aunque cualquiera sabe que un terno negro lo hubiera estilizado, su marca se empeñó en someterlo a tremendas explosiones de color fucsia y hacer de él un gran Calippo andante.

Pavel Srniczek

Esta camiseta bien pudo crearse como esas colchas que tejen las familias americanas para que pasen de una generación a la siguiente: juntando pedazos de otras. No es solo el enloquecido estampado. Es también que a Srnicek, el portero del Newcastle, no debieron tomarle medidas a la hora de enviarle las muestras. Entre la desmesurada talla, la textura y ese corte baggy, parece pensada para detener con la sisa de la manga los balones que vayan bajo el cuerpo. Una suerte de batamanta para porteros. 

Tim Howard

El guardameta del Everton no suele pasar desapercibido. Así que bien podría haberse tomado este modelo de camuflaje como una indirecta de la marca para que rebajase su perfil y se comportase de forma menos llamativa. No es seguro que lo consiguieran. De hecho, cuando el club presentó la colección 2011-2012, durante algunos días en Inglaterra no se habló de otra cosa que de esta camiseta.